Polinosis o alergia al polen, ¿qué hacer y cómo evitarla?

Polinosis, la enfermedad del buen tiempo

Con la primavera despiertan las plantas y empieza la floración. El día se hace más largo y suben las temperaturas, y ello se nota en la mejora de ánimo de muchas personas. Para otras, en cambio, empieza una etapa complicada con la temida polinosis o alergia al polen.

Aproximadamente un 20% de la población española es alérgica al polen, y el número de casos va en aumento, puesto que los factores de riesgo son en nuestro país mucho más elevados que en otras zonas de Europa. Para algunas plantas la floración empieza en enero, y las hay que completan el ciclo hasta en noviembre.

La alergia es una reacción que padecen algunas personas al entrar en contacto con determinadas sustancias externas. En el caso de la polinosis, o alergia al polen, los síntomas son muy parecidos a los catarros, y consisten en afectación de ojos y nariz en forma de rinitis alérgica o rinoconjuntivitis (estornudos, mucosidad, congestión nasal, picor de nariz y de ojos, enrojecimiento ocular, lagrimeo), tos y, en un 40% de los casos, en forma de asma (disnea, sibilancias, tos seca).

El 20% de la población española es alérgica al polen, sufriendo de afectación de ojos y nariz, tos y, en algunos casos, asma. Clic para tuitear

La principal diferencia sintomática con un cuadro vírico es que la alergia produce conjuntivitis y no fiebre. Si los síntomas se repiten además en la misma época del año, el diagnóstico es muy probable.

Polinosis: Factores climáticos y genéticos

La polinización de las plantas (y, en consecuencia, la exposición de los alérgicos) depende en gran medida de los factores climáticos y ambientales (contaminación en casa y en el exterior).

Cuando llueve mucho, en otoño e invierno, las plantas se desarrollan más, y al llegar la etapa de polinización esparcen grandes cantidades de granos de polen para la reproducción. En los días soleados y secos aumenta la concentración de polen en el aire. «En cambio, si llueve durante los días de polinización, el agua lava la atmósfera y los pacientes mejoran sus síntomas», explica Lluís Marquès, alergólogo en el Hospital «Arnau de Vilanova» (Lleida) y presidente de la Sociedad Catalana de Alergia e Inmunología Clínica.

No todas las personas presentan riesgo de desarrollar alergia, sino que éste viene dado por una conjunción de factores genéticos (disposición atópica heredada) y ambientales (exposición a pólenes alergénicos). Aunque su inicio suele ser más frecuente en la infancia y la juventud, la sintomatología puede aparecer a cualquier edad y tiende a persistir. A pesar de ello, su severidad varía en función de la cantidad de polen liberado y de la exposición del paciente durante la época de polinización.

«En España hay más de una veintena de tipos de polen que pueden provocar polinosis, muchos más que en el norte de Europa, donde no hay tanta diversidad biológica y la polinización en invierno es difícil», explica Jordina Belmonte, doctora en Biología y coordinadora del Punto de Información Aerobiológica de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Cada zona geográfica presenta un tipo de vegetación característica, y más o menos riesgo de exposición a unos pólenes u otros. Por la alergenicidad de los pólenes y su extensa distribución vegetal, la gramínea (una familia muy extensa de cereales y hierbas que crecen en descampados, campos de cultivo, bordes de carreteras…) es la primera causa de polinosis en España, y su periodo de mayor activación se sitúa entre abril y julio; la excepción es el litoral mediterráneo, donde lo es la Parietaria judaica (una maleza), entre marzo y octubre. También tiene una alta incidencia en el sur y centro peninsular la alergia al polen de olivo, entre los meses de abril y junio.

Pueden producir polinosis, aunque con carácter más local, el abedul en los montes gallegos, la cornisa cantábrica y los Pirineos; los cipreses en zonas urbanas, entre los meses de diciembre y marzo; el plátano de sombra, común en muchas ciudades, entre marzo y abril; o el llantén y los céñigos, dos tipos de maleza, entre marzo y julio el primero y entre abril y noviembre los segundos.

Polinosis o alergia al polen, ¿qué hacer y cómo evitarla?

Frente a la polinosis, ¿cuándo acudir a un alergólogo?

En caso de detectar síntomas de rinoconjuntivitis y/o asma en días soleados y presentar un empeoramiento del estado de salud en los días ventosos, hay muchas posibilidades de que se trate de una polinosis o alergia al polen. Ante esta situación, el paciente debe acudir a un especialista en alergología, que le realizará el diagnóstico del tipo de polinosis que presenta y podrá instaurar un tratamiento con pautas adaptadas individualmente.

Para el diagnóstico se elabora una historia clínica detallada que determina si la aparición de los síntomas está relacionada con la presencia atmosférica del polen o los pólenes a los que puede estar sensibilizado el paciente en su lugar de residencia. Mediante un prick test (prueba cutánea), el alergólogo puede obtener un diagnóstico de alta resolución de forma sencilla, segura y práctica. Esta prueba consiste en poner en contacto con la piel del paciente unas gotas con diferentes extractos de pólenes, mediante una pequeña punción.

Para una mayor precisión diagnóstica, se llevan a cabo otras técnicas de última generación, como el diagnóstico por componentes, que permite detectar anticuerpos dirigidos frente a los determinantes antigénicos caracterizados de cada polen.

La inmunoterapia, o vacuna antialérgica, es el único tratamiento que actúa sobre la causa de la alergia y es capaz de variar el curso de la enfermedad. Consiste en la administración controlada de dosis progresivamente crecientes del alérgeno responsable de los síntomas del paciente, hasta llegar a una dosis de mantenimiento. No todos los pacientes responden de igual forma a ella, ni en todos se obtienen resultados óptimos. «Lo normal es que los síntomas queden reducidos a una cuarta o una tercera parte de los iniciales, con la ventaja de que se puede suspender el tratamiento y el beneficio persiste», afirma Marquès.

Además de la inmunoterapia, también es importante para el control de los síntomas evitar la exposición al alérgeno. Por ello, los pacientes deben estar informados sobre el inicio, la duración y la finalización de la etapa de mayor incidencia de los pólenes a los que estén sensibilizados.

La recomendación es que cada día, antes de salir de casa, los pacientes conozcan los niveles de pólenes atmosféricos de su ciudad, un dato sometido a recuento por diferentes organizaciones (que semanalmente emiten una predicción de los niveles de polen y esporas presentes en el aire) y que recopilan, entre otras, la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica. Estos recuentos son también muy útiles a los alergólogos para establecer el diagnóstico y facilitar la atención a los pacientes.

Apps móviles de control del nivel del polen

Actualmente existen diferentes aplicaciones gratuitas y disponibles para iOS y Android, con las que se puede conocer los niveles de polen:

  • Polen control. Informa de los niveles de polen diarios. Permite realizar un seguimiento diario de la patología y enviar un informe al médico.
  • Alergo Alarma. Está orientada a los médicos de atención primaria. Incorpora un sistema de alarmas e interactúa con el GPS de forma automática para mostrar los niveles de polen allí donde nos encontremos.
  • Alerta Polen. Informa de los niveles de pólenes en las localidades españolas donde existen centros de medición y permite configurar alarmas.
  • Al k polen. Permite consultar los niveles de pólenes y esporas de Cataluña, cruzando la posición del usuario, el tipo de polen y los datos de la Red Aerobiológica de Catalunya (XAC). También muestra la tendencia del factor en concreto…

¿Quieres más? Síguenos en redes sociales y descubre cómo llevar una vida saludable. Nosotros vamos seguir estos consejos para hacer frente a la polinosis y disfrutar del buen tiempo. Porque Yo Elijo Cuidarme, ¿y tú?

Deja tu comentario